Al fin pasó el día de San Esteban, cada año cuando la comida acaba y los invitados se van me queda un gran cansancio y un regusto una pizca entre amargo y desolador, "tanto trabajo, comen y se van, y ya vuelvo a estar sola" es como si ese trabajo no fuera recompensado, tambien puede ser que espere demasiado y sea muy egoista esperando unos elogios que no llegan y un reconocimiento que no se produce, queda el trabajo de fregar y recojer todo aquello que se ha utilizado, queda una cierta paz y queda aquel "nosequé" de que algo ha faltado, de que algo no ha salido como lo había previsto. Una vez que todo ha vuelto a la normalidad es cuando empiezan las reflexiones, "merece la pena tanto esfuerzo para tres horas" tres horas de reunión familiar que no puedo disfrutar porque debo arreglar, calentar, preparar, servir, etc. etc. etc. . Además siempre hay algún factor humano que no puedo controlar, pero que me molesta, sobre esto prefiero no comentar nada más.
Cuando por fin vuelvo a la normalidad me planteo -y eso me pasa cada año - no volver ha celebrar la comidad y reunirnos en un restaurante y que cada cual se pague la comida. Como me conozco, se que estas cosas las pienso en caliente, que despues el tiempo suaviza mis apreciaciones y me olvido de los agobios y malos ratos.
Como falta una año para las próximas fiestas, ya veremos¡¡¡¡¡¡¡
Yo no entiendo a la gente grande...
Hace 16 años